viernes, 26 de febrero de 2010

La bala perdida

Esta es la historia de una bala perdida. Había sido disparada en una noche agitada, en un oscuro cabaret de una ciudad pesquera. El alcohol, y la mala puntería decidieron que su destino no fuera el corazón de la mujer morena, sino la ventana. Un cristal roto y después... la libertad; el roce con la oreja de un gato desvió su trayectoria hacia el cielo, y la ubicó en las calles, donde es más útil.
En alegres festejos de Año Nuevo y victorias en mundiales, se camufló entre petardos y cañitas voladoras. Hirió a un policía -la bala entró y salió, explicó el médico después- rompió el reloj de la Iglesia, y poco a poco, su altura comenzó a descender, como sucede con los viejos. 
Pero gracias a los vientos huracanados, pronósticos de profecías, su velocidad aumentó. La bala volaba entre la gente, con ánimos renovados y ganas de dar en el blanco. Su velocidad crecía, y crecía. Cuando los vientos comenzaron a menguar, junto con sus fuerzas, la bala divisó el cabaret. Bajó por las escaleras, giró al llegar al baño y, con el útlimo suspiro, penetró en la carne de la morocha, robándole los latidos de su corazón.
Esto se los cuento para que aprendan. No se confundan... no hay balas perdidas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me recordasre a García Márquez en "Crónicas de una muerte anunciada"

n.,

Anónimo dijo...

welcome back N!