La alternativa era decidirse. Saltar o caer. Decidió saltar para abajo. En el camino, dejó una carta en el buzón del vecino junto con la factura de luz impaga. Mientras la velocidad crecía, y el tiempo se detenía (A.Einstein, científico alemán), recordó a su profesor de dibujo, el manco González, que utilizaba el compás para rascarse el muñón. A su abuela el turrón se le pegaba en lo dientes, y de niño una de sus distracciones preferidas era ver cómo el turrón se deshacía en el vaso de agua, cuando su abuela ponía la dentadura en remojo. Es que el hinojo no les gusta a los conejos viejos. Lejos. Más allá, más acá. Los cangrejos, lejos, van para allá, y después para acá. No se deciden, no saben si saltar o si caer. Algunos caen, y en el campo las viejas dicen que llovía tanto que caian cangrejos del cielo, se lo cuentan a sus nietos que no escuchan, sino que miran absortos sus dentadurass en vasos con agua, mientras el turrón se deshace. Volvi atrás, como los cangrejos, pero quiero ir más allá, sólo que no me decido, no tengo alternativa. No quiero saltar. No quiero caer. Pero lhay que escoger; hay que saltar, o hay que caer : no se puede estar toda una vida viendo cómo el turrón se deshace en un vaso con agua.
TOMÁS ABRAHAM. SEMINARIO DE POSGRADO 2025 UNTREF
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INSCRIPCIÓN Y CURSADA: filosofialocura@untref.edu.ar UNTREF 2025 LA LOCURA
FILOSÓFICA (S...
Hace 2 días
2 comentarios:
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Txs N! a mi también me gusta mucho.
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