Esta es la historia de una gitana. Aros enormes, ojos negros, de pelo negro también, casi azul.
En un rincón de España, en una taberna, adivinaba la suerte. Eficaz, implacable, certera, inevitable.
Un día junté valor y me senté a su mesa, le mostré mis manos y le hice la pregunta definitiva.
La lectura no fue fácil. Primero me dijo que sí. Después me dijo que no.
1 comentario:
Chan!
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